Miguel y Carmela ya no se hablan. Viven encerrados en una rutina árida, física y emocionalmente apagados, como si la vida se les hubiera ido desgastando con el tiempo. Nadie los llama, nadie los visita, y sus hijos —a quienes amaron profundamente y por quienes lo dieron todo— parecen haber desaparecido sin dejar rastro. Mientras tanto, Brayan y Milena, una joven pareja que escapa del caos desatado por el paro nacional en Cali, llegan a Bogotá en busca de refugio. Un accidente del destino los cruza con Miguel y Carmela, marcando el inicio de una historia que cambiará sus vidas para siempre.
La llegada de Brayan y Milena despierta una chispa en la casa. Los viejos se contagian de vitalidad. Carmela le enseña a cocinar a Milena, Miguel comparte historias con Brayan. Pero la alegría se ve amenazada cuando una vecina chismosa alerta a Rosario y Aníbal, los hijos de la pareja, asegurando que dos jóvenes están drogando a sus padres para robarles la casa. El conflicto estalla, los gritos se mezclan con verdades guardadas durante años.